Lo Religioso de Gabriela Mistral

“El mundo cambia en un instante y nacemos en un dia”.

La religiosidad fue uno de los aspectos que signó intensamente la vida de Gabriela Mistral desde su infancia. De allí se puede entender ese profundo cristianismo que caracterizó toda su vida, y que dejo hondas huellas en toda su obra. Prueba de ello, son estos poemas aquí reunidos, que dan testimonio de modo especial, de una figura de un Jesús pleno de amor, respeto y agradecimiento por su obra redentora. Al Cristo en la cruz, clama su corazón desgarrado y al maestro de los niños pide perdón por llevar ella también el nombre de maestra. Podemos pues, afirmar con alguna certeza, que toda la creación mistraliana se desliza por ese hondo cauce cristiano y se podría también definir de vida como extremadamente religiosa.

Toda su vida fue una permanente búsqueda de la verdad; si en la juventud, devanea con la teosofía y las disciplinas orientalistas, en sus últimos años se define a sí misma como budista, pero su raíz, su origen cristiano, sigue latente.

Y esto es así, porque pese a que ella en algunas etapas de su vida se distanció del catolicismo, conservó férreos esos valores, inspirados en el amor y la fe. La teosofía la atrae, porque le permite en un momento de su vida la contemplación; la idea de la unidad entre las criaturas y las cosas. Sin embargo, en su infancia en Elqui adquiere los valores cristianos, aprendidos de la Biblia, a los pies y en el escabel de la abuela paterna.

De igual forma, toda sus vida tendrá como libro predilecto, como obra de cabecera a la Biblia, esa que conoció en la pequeña aldea de Montegrande, donde junto con el aprendizaje de las primeras letras bajo a la atenta mirada de la hermana maestra, y a la madre, también comienza a conocer a los personajes del Antiguo Testamento.

“Mi primer contacto con la Biblia tuvo lugar en la Escuela Primaria, la muy particular Escuela Primaria que yo tuve, mi propia casa, pues mi hermana era maestra de la aldea elquina de Montegrade. Y el encuentro fue en el texto curioso de historia bíblica que el Estado daba a los niños. Aquella historia tenía tres cuartos de Antiguo Testamento, no llevaba añadido doctrinal y de este modo, mi libro se resolvió en un ancho desplegamiento de estampas, en un chorro de criaturas judías que me inundó la infancia”

Y esta Biblia, que fue su lectura permanente, se transforma en una compañía inseparable, que se encuentra siempre en su mesita de noche y en la cual registra, con el azul de su lápiz grafito, notas marginales y observaciones efectuadas de su puño y letra.

Pedro Pablo Zegers Blachet
Archivo del Escritor
Biblioteca Nacional